cuadro de la barricada

Cuando Delacroix pintó La libertad guiando al pueblo, ya era el líder reconocido de la escuela romántica en la pintura francesa[2]. Delacroix, que nació cuando el Siglo de las Luces estaba dando paso a las ideas y el estilo del romanticismo, rechazó el énfasis en el dibujo preciso que caracterizaba el arte académico de su época, y en su lugar dio un nuevo protagonismo al color libremente pincelado.

Delacroix pintó su obra en el otoño de 1830. En una carta a su hermano fechada el 21 de octubre, escribió: “Mi mal humor se desvanece gracias al trabajo. Me he embarcado en un tema moderno: una barricada. Y si no he luchado por mi país, al menos pintaré para él”. El cuadro se expuso por primera vez en el Salón oficial de 1831.

Delacroix representó a la Libertad como una figura alegórica de diosa y como una robusta mujer del pueblo. El montículo de cadáveres y restos actúa como una especie de pedestal desde el que la Libertad sale del lienzo, descalza y con los pechos desnudos, hacia el espacio del espectador. Según Marcus Rediker[3], podría haberse inspirado en un retrato holandés de una Ana Bonny combatiente. El gorro frigio que lleva se convirtió en símbolo de la libertad durante la primera Revolución Francesa, en 1789. El cuadro se ha considerado un marcador del final del Siglo de las Luces, ya que muchos estudiosos consideran que el final de la Revolución Francesa es el inicio de la era romántica[4].

la libertad guiando al pueblo louvre

Las representaciones incluyen a la burguesía, representada por el hombre con sombrero de copa, a un estudiante de una prestigiosa escuela de París que lleva el tradicional bicornio y al trabajador urbano revolucionario, en la forma del muchacho que sostiene una pistola.

Delacroix no fue el primer artista que representó a la Libertad con gorro frigio; sin embargo, este cuadro es la versión temprana más conocida de la figura comúnmente conocida como Marianne, símbolo de la República Francesa.

En la Europa moderna temprana, llegó a significar la libertad y la búsqueda de la libertad al confundirse con el gorro de fieltro de los esclavos emancipados de la antigua Roma. En las representaciones artísticas, significa la libertad y la búsqueda de la Libertad.

La Revolución Francesa de 1830, también conocida como la Revolución de Julio, provocó el derrocamiento del rey Carlos X, el monarca borbónico francés, y el ascenso de su primo, que a su vez sería derrocado en 1848.

Esta renovada Revolución Francesa provocó levantamientos en Bruselas y los Países Bajos, que condujeron a la separación y a la creación del Reino de Bélgica. El ejemplo de la Revolución de Julio también inspiró revoluciones en Italia y Polonia.

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La revolución representada en este cuadro no debe confundirse con la Revolución Francesa de 1789. Delacroix se inspiró en los acontecimientos de la Revolución de Julio (conocida como Les Trois Glorieuses” (Los Tres Días Gloriosos) en francés), una agitación política que tuvo lugar en París los días 27, 28 y 29 de julio de 1830. Estas violentas manifestaciones se produjeron cuando el rey francés Carlos X, en el poder, intentó coartar la libertad del pueblo ejecutando una toma de posesión constitucional. Los parisinos protestaron violentamente contra los abusos de sus derechos individuales. Los alborotadores se apoderaron de la ciudad y se produjeron violentos combates, con un elevado número de muertos. Carlos X acabó abdicando y se estableció una monarquía constitucional, la Monarquía de Julio, con Luis Felipe I como rey de los franceses.

Delacroix no era muy revolucionario y no participó en los combates de París, sino que se definía como un “simple paseante”. Como escribió en una carta a su hermano: “Un simple paseante como yo corría el mismo riesgo de detener una bala que los héroes improvisados que avanzaban sobre el enemigo con trozos de hierro fijados a los mangos de las escobas”. Sin embargo, abogaba por el liberalismo y le invadía un sentimiento de patriotismo y orgullo al observar a sus conciudadanos luchar.

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Es una de las obras francesas más famosas y, sin embargo, su historia, así como sus representaciones, siguen siendo desconocidas. Tal vez porque ningún otro cuadro ha logrado trascender las épocas y liberarse de la única expresión artística como lo hizo la Libertad guiando al pueblo. Más que una obra, se ha convertido de hecho en un símbolo, del que se han apropiado a su vez los acontecimientos de la historia de Francia.

Pintura revolucionaria por excelencia, su realización se asocia a menudo -equivocadamente- a 1789. Sin embargo, es 42 años más tarde, en 1831, cuando Delacroix presenta su obra. Si la Revolución estaba aún muy presente en las mentes de aquella época, el Imperio napoleónico y el restablecimiento de la monarquía habían hecho añicos, hacía tiempo, los sueños de una república. Antes de que estallara una nueva revolución en julio de 1830, que impulsó a Delacroix a pintar este cuadro.

Se trata, pues, en esta obra, originalmente, de la revolución de julio de 1830, también llamada de las Tres Glorias. Una revolución a veces olvidada – tal vez porque duró “sólo” tres días – pero que tuvo un impacto muy fuerte. Sin restaurar la república, acabó con el reinado de los Borbones (iniciado por Enrique IV en 1589) y al mismo tiempo con la monarquía absoluta. Después de Carlos X, fue un primo, Luis Felipe 1er, quien subió al trono con el título de rey de los franceses.