La historia de la balsa de la medusa

Géricault eligió representar este acontecimiento para lanzar su carrera con una obra a gran escala y sin encargo sobre un tema que ya había suscitado un gran interés entre el público[3] El acontecimiento le fascinó y, antes de empezar a trabajar en el cuadro definitivo, realizó una amplia investigación y muchos bocetos preparatorios. Entrevistó a dos de los supervivientes y construyó una maqueta detallada de la balsa. Visitó hospitales y morgues donde pudo ver, de primera mano, el color y la textura de la carne de los moribundos y los muertos. Tal y como había previsto, el cuadro resultó muy controvertido en su primera aparición en el Salón de París de 1819, atrayendo apasionados elogios y condenas a partes iguales. Sin embargo, estableció su reputación internacional y hoy en día se considera seminal en la historia temprana del movimiento romántico en la pintura francesa.

En junio de 1816, la fragata francesa Méduse partió de Rochefort con destino al puerto senegalés de Saint-Louis. Encabezaba un convoy formado por otros tres barcos: el buque almacén Loire, el bergantín Argus y la corbeta Écho. El vizconde Hugues Duroy de Chaumereys había sido nombrado capitán de la fragata a pesar de que apenas había navegado en 20 años[6][7] Tras el naufragio, la indignación pública atribuyó erróneamente la responsabilidad de su nombramiento a Luis XVIII, aunque se trataba de un nombramiento naval rutinario realizado en el Ministerio de Marina y muy ajeno a las preocupaciones del monarca[8] La misión de la fragata era aceptar la devolución británica de Senegal en virtud de la aceptación de Francia de la Paz de París. El gobernador francés designado de Senegal, el coronel Julien-Désiré Schmaltz, y su esposa e hija estaban entre los pasajeros[9].

Cabeza de jinete

Obra(s) de arte En el punto de mira, Historia del arte 12 de febrero de 2017 Andrey V. Una obra que consigue captar la emoción brutal, auténtica y cruda de la mejor manera posible, La balsa de la Medusa es un óleo realizado por el pintor y litógrafo romántico Théodore Géricault en el año 1818. Realizada cuando el artista tenía sólo 27 años, esta obra se ha convertido en un icono del Romanticismo y, por tanto, presenta un verdadero hito del curso artístico europeo. La Balsa de la Medusa es un cuadro de tamaño natural que describe un momento aterrador y estimulante tras el naufragio de la fragata naval francesa Méduse. El público francés se indignó cuando se enteró de lo que le había ocurrido a la Méduse, pero quedó totalmente conmocionado cuando se le presentó la versión pintada de la historia; y no se equivoquen, la comunidad artística francesa nunca se conmovió fácilmente. La desesperación en el lienzo es tan devastadora como la historia que hay detrás del cuadro. En última instancia, La balsa de la Medusa se convirtió en una inspiración para todos los pintores más jóvenes, independientemente de sus preferencias visuales, ascendiendo rápidamente al nivel icónico[1] del que todavía goza hoy. A continuación, echaremos un vistazo a la historia de La balsa de la Medusa, la analizaremos en detalle e investigaremos el alcance y la fuerza de su influencia en la historia del arte.

La balsa de la medusa elementos de arte

Obra maestra indiscutible del siglo XIX, La balsa de la Medusa de Géricault es un verdadero manifiesto del romanticismo. Realizado entre 1818 y 1819, este inmenso cuadro revive un momento importante de la historia de Francia: el hundimiento de una fragata frente a las costas de Mauritania. Un análisis y una mirada más atenta a la obra revelan las múltiples capas de este drama polifacético.

Es el año 1816 y una fragata francesa con más de 400 hombres ha zarpado para colonizar Senegal. Capitaneada por un oficial del “Ancien Régime” que no había navegado en más de veinte años, chocan con un banco de arena. Al no tener suficientes botes salvavidas, 150 hombres tuvieron que construir una balsa improvisada y zarpar con la esperanza de sobrevivir. Géricault se interesó por este tema cuando se conoció la noticia. Se tomó muchas molestias para entrevistar a los supervivientes, hacer bocetos preparatorios, construir maquetas y estudiar todo lo que pudo antes de realizar la mayor obra maestra de su vida.

Es casi imposible ponerse delante de este cuadro y sentir indiferencia. Géricault inmortaliza el horror puro con un telón de fondo de esperanza. La narración de los hombres es realmente fatídica, ya que pasaron casi dos semanas vagando por el mar. Los relatos de los supervivientes son de agonía y canibalismo. De los 150 hombres, no sobrevivieron más de diez. Es fácil entender por qué su lienzo de cinco por siete metros indignó a algunos y conmovió a otros: Géricault logró hablar contra el gobierno francés y el colonialismo al tiempo que realizaba una obra de arte excepcional.

La balsa de la época de la medusa

La trama no es inventada por el artista; el cuadro cuenta un naufragio que ocurrió con el barco “Medusa”. Innumerables pasajeros y tripulantes escaparon en una balsa que fue transportada por el mar durante casi dos semanas. Las personas, agotadas sin comida ni bebida, perecieron. Un par de veces los vieron en la distancia de la corte, esperando que les gritaran, agitando los trapos supervivientes, pero los barcos pasaron de largo sin notarlos. La esperanza de salvación murió, las fuerzas se derritieron. Al final, los malogrados fueron encontrados y subidos a la tabla de salvamento. Quince de las 140 personas que navegaban en el Medusa sobrevivieron.

El cuadro respondía a la feroz reacción de la sociedad, indignada por la cobardía de los dirigentes de la expedición marítima, que provocó la muerte de más de un centenar de marineros y pasajeros con familia. El maestro consiguió retratar toda la tragedia de la situación.

El creador no da ninguna esperanza de que la situación tenga un final feliz. El mar embravecido, el cielo sombrío, la desesperanza y la sensación de catástrofe inminente: estos componentes de la trama se suman a una atmósfera lánguida.