seraph

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“Synaxis del Arcángel Miguel” (“Собор Архистратига Михаила”). Un icono de la Iglesia Ortodoxa Oriental de los “Siete Arcángeles”. De izquierda a derecha: Jofiel, Gabriel, Selaphiel, Miguel, Uriel, Rafael y Barachiel. Bajo la mandorla de Cristo Emmanuel hay representaciones de Querubines (en azul) y Serafines (en rojo).

El término arcángel propiamente dicho no se encuentra en la Biblia hebrea ni en el Antiguo Testamento cristiano, y en el Nuevo Testamento griego el término arcángel sólo aparece en 1 Tesalonicenses 4:16 y en la Epístola de Judas 1:9, donde se utiliza para referirse a Miguel, que en Daniel 10:12 es llamado “uno de los principales príncipes” y “el gran príncipe”. En la Septuaginta se traduce como “el gran ángel”[1].

La idea de los siete arcángeles aparece más explícitamente en el libro deuterocanónico de Tobit, cuando Rafael se revela, declarando: “Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están en la gloriosa presencia del Señor, dispuesto a servirle”. (Tobit 12:15) Los otros dos ángeles mencionados por su nombre en la Biblia son el arcángel Miguel y el ángel Gabriel. Los cuatro nombres de otros arcángeles provienen de la tradición.

7 nombres de arcángeles

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Las religiones abrahámicas suelen describir a los ángeles como intermediarios celestiales benévolos entre Dios (o el Cielo) y la humanidad[1][2] Otras funciones son las de protectores y guías de los humanos, y servidores de Dios[3] Las religiones abrahámicas describen jerarquías angélicas, que varían según la secta y la religión. Algunos ángeles tienen nombres específicos (como Gabriel o Miguel) o títulos (como serafín o arcángel). Los expulsados del Cielo se denominan ángeles caídos, distintos de la hueste celestial.

La palabra ángel llega al inglés moderno desde el inglés antiguo engel (con g dura) y el francés antiguo angele.[7] Ambos derivan del latín tardío angelus, que a su vez se tomó del griego tardío ἄγγελος angelos (literalmente “mensajero”). [La forma más antigua de la palabra es la micénica a-ke-ro, atestiguada en la escritura silábica lineal B.[9] Según el lingüista holandés R. S. P. Beekes, ángelos puede ser “un préstamo oriental, como ἄγγαρος (ángaros, ‘mensajero persa’)”[10].

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“Hay muchas culturas diferentes en México, Centroamérica y Sudamérica, y los arcángeles se representan de forma diferente en cada una de ellas”, dice MacMullin. “Cuando el museo abrió sus puertas el año pasado, se invitó a artistas de toda América Latina a que presentaran diapositivas, y la exposición se organizó principalmente a partir del registro resultante. También se exponen piezas de la colección permanente, reunida por Robert Gumbiner, fundador del museo: “Los ángeles no son un tema central recurrente para ninguno de los artistas de la muestra”, dice MacMullin. “De las conversaciones mantenidas con ellos, he deducido que quizá la mitad de estos artistas son católicos practicantes. Más significativo, quizás, es el grado en que el catolicismo impregna la cultura latinoamericana. No es necesario ir a la iglesia para encontrar a los arcángeles; forman parte de un vocabulario visual que se ha convertido en una parte intrínseca de la vida latinoamericana”.

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Los arcángeles son ángeles primordiales que existieron mucho antes de la creación del Big Bang,[1] siendo considerados como la ira más temible del Cielo[2] Fueron la primera y más fuerte clase de ángeles en ser creados, lo que los convierte en una de las primeras creaciones de Dios. Fueron creados en este orden:  Miguel, Lucifer, Rafael y Gabriel.

Según Castiel, se les conoce en el Cielo como criaturas absolutas, precisas e iracundas, como él las ha llamado, “La ira más temible del Cielo”. Como todos los ángeles, sus verdaderas formas son muy intensas, y han demostrado ser no sólo dañinas sino también fatales para los humanos, aunque Castiel también afirmó que los humanos especiales pueden ver sus verdaderas formas. Su presencia en la Tierra fuera de un recipiente se visualiza a menudo como una luz blanca pura y cegadora, y su llegada puede provocar pequeños temblores, como demostró Lucifer cuando la Capilla tembló al escapar de la Jaula, y Rafael al intervenir para proteger al profeta Chuck Shurley de Lilith. Su verdadera voz también emite un sonido penetrante, que ha demostrado ser insoportablemente doloroso para los humanos. Durante una aparición posterior, Raphael provocó un apagón en toda la Junta del Mar del Este y generó fuertes vientos y tormentas de lluvia. Poco antes de su derrota, la presencia de Lucifer hizo que la temperatura bajara drásticamente en Detroit.