Criaturas de fuego
El mayor efecto de los incendios forestales en el hábitat de la fauna silvestre es la alteración de las tres cosas que más necesitan los animales: alimento, agua y refugio. Se pierden las plantas y arbustos del sotobosque que proporcionan alimento, y esta pérdida suele provocar que la fauna se aleje a zonas donde la comida, el agua y el refugio son más fáciles de conseguir.
Mucha gente cree que toda la fauna huye ante las llamas de un incendio como los personajes animados de la película “Bambi”. En contra de esta creencia, los científicos que estudiaron el comportamiento de los animales durante las quemas de 1988 en la zona del Gran Yellowstone no vieron a ningún animal grande huir de las llamas. Se observaron bisontes, alces y otros ungulados pastando y descansando, a menudo a 300 pies o menos de los árboles en llamas.
Cuando se produce la mortalidad de grandes animales, suele ser por inhalación de humo en incendios muy grandes y de gran velocidad. Los incendios forestales que arden durante la temporada de nidificación son los más perjudiciales. Los animales con movilidad limitada que viven en la superficie son los más vulnerables a las lesiones y la mortalidad causadas por el fuego, mientras que los animales que viven en hábitats húmedos son los menos propensos a verse afectados. Los anfibios y reptiles evitan los efectos directos del fuego alejándose de él o escarbando en el suelo. Los mamíferos más pequeños y la mayoría de las aves abandonan su hábitat durante una quema, para regresar en cuestión de horas o días.
Escarabajo bombardero
Las adaptaciones al fuego son rasgos del ciclo vital de las plantas y los animales que les ayudan a sobrevivir a los incendios forestales o a utilizar los recursos creados por éstos. Estos rasgos pueden ayudar a las plantas y a los animales a aumentar sus tasas de supervivencia durante un incendio y/o a reproducir su descendencia después del mismo. Tanto las plantas como los animales tienen múltiples estrategias para sobrevivir y reproducirse después de un incendio.
A diferencia de los animales, las plantas no pueden moverse físicamente durante un incendio. Sin embargo, las plantas tienen sus propias formas de sobrevivir a un incendio o de recuperarse después del mismo. Las estrategias se pueden clasificar en tres tipos: resistir (las partes aéreas sobreviven al fuego), recuperarse (evadir la mortalidad mediante la germinación) y reclutar (germinación de semillas tras el incendio). El fuego desempeña un papel de filtro que puede seleccionar diferentes rasgos de respuesta al fuego[1].
El fuego afecta a las plantas de forma más directa a través del daño térmico. Sin embargo, nuevos estudios indican que el fallo hidráulico mata a los árboles durante un incendio, además de la quema del fuego. Las altas temperaturas cortan el suministro de agua a la copa y provocan la muerte del árbol[cita requerida]. Afortunadamente, una corteza gruesa puede proteger a las plantas porque mantiene los tallos alejados de las altas temperaturas[1]. Bajo la protección de la corteza, el tejido vivo no tendrá contacto directo con el fuego y la tasa de supervivencia de las plantas aumentará. La resistencia al calor es una función de la difusividad térmica de la corteza (una propiedad de la especie) y del grosor de la corteza (que aumenta exponencialmente con el grosor de la corteza)[2] El grosor de la corteza es común en especies adaptadas a regímenes de incendios superficiales o de baja gravedad. Por otro lado, las plantas en regímenes de fuego de copa o de alta severidad suelen tener cortezas más finas porque no tiene sentido invertir en cortezas gruesas sin que éstas confieran una ventaja en la supervivencia[1].
Animales asociados al sol
Esta es la historia de cómo todas las tierras aprendieron a utilizar el wowo, según el pueblo chaga de África oriental. Las historias sobre el origen del fuego en todo el mundo implican que los buscadores descubren el espíritu oculto del fuego en los árboles, que los héroes se transforman en animales para engañar a los egoístas guardianes del fuego o que los ladrones prometeicos roban el fuego a las deidades. El mito del Chaga es más plausible, ya que recoge el papel transformador del fuego en la evolución y la cultura humanas. Las primeras evidencias del uso humano del fuego se remontan al este de África hace 1,5 millones de años, mucho antes de que los Chaga digan que la gente cultivaba plátanos y domesticaba cabras. Los incendios forestales habrían sido algo frecuente para estos homínidos, un grupo que engloba a todas las especies de nuestro linaje más cercanas a nosotros que los chimpancés. De hecho, fueran quienes fueran y estuvieran donde estuvieran, los primeros en controlar el fuego probablemente ya estaban acostumbrados a que éste consumiera la vegetación de la sabana por sí solo.
Sin embargo, parece que los humanos no estábamos solos en el uso del fuego. Cada vez hay más pruebas de que otros animales son capaces de la pirocognición, es decir, de las capacidades conductuales y cognitivas necesarias para aprovechar el potencial del fuego. Esto significa que el examen de la forma en que los animales no humanos interactúan y conviven con el fuego puede ayudarnos a arrojar luz sobre la forma en que nuestros ancestros, extinguidos hace mucho tiempo, gestionaron este peligroso fenómeno, y cómo pasó a dar forma a las criaturas que somos hoy.
Animales de fuego
El fuego se asocia a menudo con impactos negativos en el medio ambiente. Solemos pensar en los daños y la devastación que el fuego causa a la fauna y la vegetación, pero un incendio también puede ser beneficioso para nuestras plantas y animales. Por ejemplo, el fuego:
El impacto de las quemas prescritas sobre la fauna y la vegetación autóctonas y el patrimonio cultural se tiene muy en cuenta durante la planificación de los incendios. Se realizan evaluaciones detalladas del impacto ambiental como parte de la estrategia de gestión de incendios de cada parque.
En virtud de la Ley de Planificación y Evaluación Medioambiental de 1979, de la Ley de Incendios Rurales, de la Ley de Protección de la Naturaleza y de la Ley de Conservación de la Biodiversidad, tenemos la responsabilidad de considerar el impacto medioambiental de todas las actividades que realizamos en los terrenos que gestionamos. Hemos establecido normas y directrices para la evaluación medioambiental de nuestras actividades de gestión de incendios, incluidas las quemas prescritas, la reducción del riesgo mecánico y las operaciones de extinción de incendios forestales. Sin embargo, la protección de la vida y la propiedad sigue siendo nuestra principal responsabilidad en la gestión de incendios.