Control psicológico de los padres

Audrey-Ann Deneault recibe financiación del Consejo de Investigación de Ciencias Sociales y Humanidades de Canadá para su investigación de doctorado y ha recibido financiación del Fonds de recherche du Québec – Société et culture para su investigación de máster.

Alexandre Gareau recibe financiación del Fond de Recherche du Québec – Société et Culture (FRQSC) para su beca posdoctoral y ha recibido financiación del Social Sciences and Humanities Research Council of Canada (SSHRC) para su investigación de doctorado y de máster.

Los adultos emergentes sienten que han alcanzado algunos aspectos de la edad adulta, pero todavía están explorando su identidad. Son más responsables e independientes que los adolescentes, pero a veces siguen dependiendo económica y emocionalmente de sus padres.

Como resultado, la edad adulta emergente da lugar a una nueva dinámica en las relaciones entre padres e hijos, que puede ser difícil de navegar para padres e hijos. Por ejemplo, a algunos padres les puede resultar difícil conceder a sus hijos una mayor autonomía e independencia y, en su lugar, pueden tratar de mantener activa o pasivamente cierto control sobre la vida de sus hijos.

Efectos psicológicos de los padres controladores

Según Catherine Diercks, candidata al doctorado en psicología del desarrollo, el andamiaje de los padres es un método de estructurar las actividades para ayudar a los niños a ir más allá de su capacidad inmediata y desarrollar su independencia y competencia. La investigación sugiere que el andamiaje puede ser una vía por la que se puede fomentar la autorregulación en los niños de familias vulnerables.

“Por ejemplo, los niños de familias con menos recursos económicos, con más factores de estrés en la vida y con más consumo de sustancias por parte de los padres, tienen menos probabilidades de recibir el andamiaje de los padres. Los investigadores suelen referirse a este montaje de múltiples factores de riesgo como riesgo acumulativo. Sin embargo, hasta ahora no estaba claro cómo un mayor riesgo acumulado afecta a la dinámica de las interacciones de andamiaje entre padres e hijos en tiempo real”.

Diercks, junto con Erika Lunkenheimer, profesora asociada de psicología y miembro de la facultad cofinanciada por el Instituto de Investigación de Ciencias Sociales, examinó el papel del riesgo acumulativo en el uso de las madres, momento a momento, del andamiaje de los padres y de las órdenes directivas en respuesta a los comportamientos de los preescolares fuera de la tarea y dentro de la tarea.

Por qué es importante que un niño sea independiente

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Los psicólogos del desarrollo llevan mucho tiempo interesándose por el modo en que los padres afectan al desarrollo de los niños. Sin embargo, es muy difícil encontrar vínculos reales de causa y efecto entre acciones específicas de los padres y el comportamiento posterior de los hijos.

Algunos niños criados en entornos muy diferentes pueden crecer con personalidades muy similares. A la inversa, los niños que comparten un hogar y se han criado en el mismo entorno pueden crecer con personalidades muy diferentes.

A pesar de estos problemas, los investigadores han postulado que existen vínculos entre los estilos de crianza y los efectos que estos estilos tienen en los niños. Y algunos sugieren que estos efectos se trasladan al comportamiento de los adultos.

Desarrollar la independencia en los primeros años

Los adolescentes siguen refinando su sentido del yo al relacionarse con los demás. Erikson se refirió a la tarea del adolescente como una confusión de identidad frente a la de roles. Así, desde el punto de vista de Erikson, las principales preguntas de un adolescente son: “¿Quién soy?” y “¿Quién quiero ser?”. Algunos adolescentes adoptan los valores y roles que sus padres esperan para ellos. Otros adolescentes desarrollan identidades que se oponen a las de sus padres pero se alinean con un grupo de iguales. Esto es habitual, ya que las relaciones con los compañeros se convierten en el centro de la vida de los adolescentes.

Parece que la mayoría de los adolescentes no experimentan la tormenta y el estrés de la adolescencia en el grado que una vez sugirió G. Stanley Hall, pionero en el estudio del desarrollo de los adolescentes. Sólo un pequeño número de adolescentes tiene conflictos importantes con sus padres (Steinberg y Morris, 2001), y la mayoría de los desacuerdos son menores. Por ejemplo, en un estudio de más de 1.800 padres de adolescentes de diversos grupos culturales y étnicos, Barber (1994) descubrió que los conflictos se producían por cuestiones cotidianas como los deberes, el dinero, el toque de queda, la ropa, las tareas y los amigos. Este tipo de discusiones tiende a disminuir a medida que los adolescentes se desarrollan (Galambos y Almeida, 1992).