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Los inocentes es una película de terror psicológico de 1961 dirigida y producida por Jack Clayton, y protagonizada por Deborah Kerr, Michael Redgrave y Megs Jenkins. Basada en la novela de 1898 The Turn of the Screw del novelista estadounidense Henry James, el guión fue adaptado por William Archibald y Truman Capote, que utilizó la propia obra de teatro de Archibald de 1950 -también titulada The Innocents- como texto fuente primario. La trama sigue a una institutriz que cuida a dos niños y llega a temer que su gran finca esté embrujada por fantasmas y que los niños estén poseídos.

El guión original de Archibald para Los inocentes se basaba en la premisa de que los sucesos paranormales descritos eran legítimos. Descontento con la versión de Archibald, el director Jack Clayton encargó al escritor estadounidense Truman Capote que revisara el guión. Las reescrituras de Capote incorporaron temas psicológicos, dando como resultado una obra final que sugiere otras alternativas a la trama. El rodaje se llevó a cabo en parte en la mansión gótica de Sheffield Park, en Sussex, y en parte en los estudios Shepperton, en Surrey. Rodada en CinemaScope, The Innocents incorporó una audaz iluminación mínima, así como un enfoque profundo, empleado por el director de fotografía Freddie Francis para lograr una atmósfera distintiva -y a veces claustrofóbica-. La película también fue pionera en el uso del sonido electrónico sintetizado creado por Daphne Oram[5]. Clayton no estaba satisfecho con la partitura original de la película, obra del compositor francés Georges Auric, y pidió que se modificara. Pero como Auric no estaba disponible por problemas de salud, Clayton recurrió a W. Lambert Williamson.

análisis de la película los inocentes

Con motivo de la llegada al Reino Unido de la nueva película de Anne Fontaine, nos sentamos con la directora de Coco Before Chanel para descubrir la extraordinaria historia que la inspiró y su notable realización11 de noviembre de 2016TextoDaisy Woodward

Antes de comenzar el rodaje, Fontaine pasó algún tiempo viviendo en conventos franceses, familiarizándose con las monjas que allí residían. Las “profundas relaciones” que entabló le ayudaron a comprender las jerarquías en juego dentro de la vida conventual y la individualidad que se esconde bajo el uniforme de las monjas. “Hablamos de la maternidad y de lo que significa no experimentarla nunca, y también de la fragilidad de la fe; de cómo se puede mantener la fe de un año a otro”, dice sobre la experiencia. “Me ayudó a ser fiel a su mundo; a no parodiarlo demasiado. El Vaticano vio la película y me dijo que es muy fiel al punto de vista de la vida religiosa, lo que era muy importante para mí porque no quería ser sólo un turista en su mundo.”

Otra tarea gigantesca para la cineasta y su directora de fotografía, Caroline Champetier, fue encontrar una localización en la que rodar; gran parte de la película transcurre entre los muros del convento, por lo que era vital encontrar el espacio adecuado. “Hicimos dos o tres viajes a Polonia y elaboramos una lista de todos los conventos que podíamos utilizar, pero por supuesto todos eran conventos en funcionamiento y no querían que rodáramos allí. Entonces encontramos este que estaba abandonado, que estaba justo en medio de un bosque y era muy fiel a la historia”. Pero había un problema: “la estructura estaba allí, pero no había ningún interior, sólo la fachada”, ríe Fontaine. “Entonces mi director de fotografía me dijo: ‘¿y si construimos el interior nosotros mismos? Yo dije: ‘sería una locura; un paso muy grande’. Pero lo hicimos, con un productor de localizaciones muy bueno, una mujer polaca que trabajó en ello, dirigida por nosotros. Y además, construimos el hospital en una estación de tren abandonada… ¡Todo parece auténtico, pero no lo es!”.

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Por fin, la larga noche de la Segunda Guerra Mundial ha terminado en Europa, pero para un monasterio de monjas benedictinas del norte de Polonia, la pesadilla continúa.    Una noche, durante las vísperas, una novicia con velo blanco oye gritos. Se pone el abrigo para protegerse del frío y la nieve y, saliendo a hurtadillas por una puerta oculta, corre por los campos hasta un pueblo cercano.

Allí le pide a un niño de la calle que la lleve a un médico, pero no a uno que sea ruso o polaco. El joven la lleva a la Cruz Roja francesa, donde el personal atiende a ciudadanos franceses que han estado en campos de concentración y que ahora esperan ser repatriados.

Aunque es comunista y no creyente, sabe que algo va muy mal. Pronto Mathilde se entera por la hermana María (Agata Buzek) de que cuando el ejército soviético arrasó Polonia al final de la guerra, los soldados invadieron el convento y pasaron tres días violando y agrediendo a las monjas. Nueve meses después, al menos siete de ellas están en fase de gestación.

“Las Inocentes” (originalmente titulada “Agnus Dei”) es una película profundamente perturbadora en todos los sentidos: humano, espiritual, religioso, psicológico y cultural. Avanza a través de todas las emociones y reacciones humanas que se puedan imaginar tras un gran trauma y un dolor psicoespiritual que permanece reprimido emocionalmente, con los efectos ocultos bajo las túnicas que llevan las hermanas. Luego, la película nos sorprende suavemente al final de forma creíble, esperanzadora y notablemente heroica.

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El thriller de Netflix Los inocentes -basado en la novela homónima de Harlan Coben- llevó la historia ambientada en España de asesinatos, prostitución y corrupción a un final satisfactorio, ya que por fin descubrimos si el simpático Mat (Mario Casas) era también un asesino, y si él y su mujer Olivia (Aura Garrido) tendrían su final feliz tras revelarse todos sus secretos del pasado (y eran muchos).

El último episodio del thriller comenzó con el policía corrupto de la Unidad de Crímenes Especiales, Teo Aguilar, muerto en la carretera tras pegarse un tiro, sabiendo que las cintas de vídeo grabadas por el dueño del club nocturno Aníbal revelarían que se había dedicado a hacer orgías con chicas menores de edad y que había matado a una de las prostitutas de Aníbal.

Mientras tanto, Kimmy mantenía cautiva a su antigua mejor amiga Olivia en el almacén donde Anibal solía hacerles celebrar las orgías, y Mat estaba atrapado en un contenedor que tenía una ventana de cristal para poder ver lo que Kimmy había planeado. Furiosa y sintiéndose traicionada después de que sintiera que Olivia la había abandonado y la había dejado creyendo que estaba muerta, Kimmy había dispuesto que sus antiguos clientes entraran a asaltar y violar a Olivia como venganza.