judith dödar holofernes

Judith y la cabeza de Holofernes (también conocida como Judith I, en alemán: Judith und Holofernes) [1] es un óleo de Gustav Klimt, pintado en 1901. Representa a la figura bíblica Judith sosteniendo la cabeza de Holofernes después de decapitarlo. La decapitación y sus consecuencias se han representado habitualmente en el arte desde el Renacimiento, y el propio Klimt pintaría una segunda obra con el tema en 1909.

Cuando Klimt abordó el tema bíblico de Judit, el curso histórico del arte ya había codificado su principal interpretación y representación preferida. Existen muchos cuadros que describen el episodio de forma heroica, expresando especialmente el valor y la naturaleza virtuosa de Judit. Judit aparece como instrumento de salvación de Dios, pero no se puede negar la violencia de su acción, que se muestra de forma dramática en la representación de Caravaggio[2], así como en las de Gentileschi y Bigot[3]. Otras representaciones han plasmado el momento posterior, cuando una Judit aturdida sostiene la cabeza cortada de Holofernes, como anticipan Moreau y Allori en sus sugerentes cuadros mitológicos[4].

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Judith y la cabeza de Holofernes (también conocida como Judith I, en alemán: Judith und Holofernes) [1] es un óleo de Gustav Klimt, pintado en 1901. Representa a la figura bíblica Judith sosteniendo la cabeza de Holofernes después de decapitarlo. La decapitación y sus consecuencias se han representado habitualmente en el arte desde el Renacimiento, y el propio Klimt pintaría una segunda obra con el tema en 1909.

Cuando Klimt abordó el tema bíblico de Judit, el curso histórico del arte ya había codificado su principal interpretación y representación preferida. Existen muchos cuadros que describen el episodio de forma heroica, expresando especialmente el valor y la naturaleza virtuosa de Judit. Judit aparece como instrumento de salvación de Dios, pero no se puede negar la violencia de su acción, que se muestra de forma dramática en la representación de Caravaggio[2], así como en las de Gentileschi y Bigot[3]. Otras representaciones han plasmado el momento posterior, cuando una Judit aturdida sostiene la cabeza cortada de Holofernes, como anticipan Moreau y Allori en sus sugerentes cuadros mitológicos[4].

judit matando a holofernes

Judith y la cabeza de Holofernes (también conocida como Judith I, en alemán: Judith und Holofernes) [1] es un óleo de Gustav Klimt, pintado en 1901. Representa a la figura bíblica Judith sosteniendo la cabeza de Holofernes después de decapitarlo. La decapitación y sus consecuencias se han representado habitualmente en el arte desde el Renacimiento, y el propio Klimt pintaría una segunda obra con el tema en 1909.

Cuando Klimt abordó el tema bíblico de Judit, el curso histórico del arte ya había codificado su principal interpretación y representación preferida. Existen muchos cuadros que describen el episodio de forma heroica, expresando especialmente el valor y la naturaleza virtuosa de Judit. Judit aparece como instrumento de salvación de Dios, pero no se puede negar la violencia de su acción, que se muestra de forma dramática en la representación de Caravaggio[2], así como en las de Gentileschi y Bigot[3]. Otras representaciones han plasmado el momento posterior, cuando una Judit aturdida sostiene la cabeza cortada de Holofernes, como anticipan Moreau y Allori en sus sugerentes cuadros mitológicos[4].

judith y su criada

Cuando Klimt aborda el tema bíblico de Judit, el curso histórico del arte ya ha codificado su interpretación principal y su representación preferente. De hecho, existen muchos cuadros que describen el episodio de forma heroica, expresando especialmente el valor de Judit y su carácter virtuoso. Judit aparece como instrumento de salvación de Dios, pero la violencia de su acción no puede negarse y se muestra de forma dramática en la representación de Caravaggio, así como en las de Gentileschi y Bigot. Otras representaciones han optado por el momento posterior, cuando una Judith aturdida sostiene la cabeza cortada de Holofernes, como anticipan Moreau y Allori en sus sugerentes cuadros mitológicos.

Klimt ignora deliberadamente cualquier referencia narrativa y concentra su representación pictórica únicamente en Judith, hasta el punto de cortar la cabeza de Holofernes en el margen derecho. Y no hay rastro de la espada ensangrentada, como si la heroína hubiera utilizado un arma diferente: una omisión que legitima la asociación con Salomé. El momento que precede a la matanza -la seducción del general de Nabucodonosor- parece coincidir con la parte conclusiva del relato.